En la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia no sólo honra a los santos que han sido elevados a los altares, conocidos por su nombre y biografía, sino también a los sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos que han alcanzado la meta de sus vida: la unión con Dios en el amor y para siempre. Santos que viven entre nosotros, los hay más de lo que nos parece. Prueba de ello es también la historia de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios la Misericordia, que cuenta no sólo con santa Sor Faustina Kowalska. A lo largo de los más de 160 años de existencia, se han inscritos en la historia de la Congregación muchas almas extraordinarias, de entre las cuales algunas ya han subida a la gloria de los altares. Entre ellas están: el santo Arzobispo Zygmunt Szczęsny Feliński, que estuvo en los comienzo mismos de la Congregación, san Juan Pablo II, que tan a menudo estuvo en Łagiewniki y que tanto hizo por la misión de proclamar el mensaje de la Misericordia, el beato Obispo Julián Nowowiejski, que invitó a las hermanas a Płock y escribió la primera historia de la Congregación, el beato Jan Balicki, que inició el trabajo de la Congregación en Przemyśl y durante tres años sirvió a las hermanas y a las pupilas, la beata María Karwowska, que hizo parte de su formación de el convento de la Congregación en Łagiewniki, el beato p. Miguel Sopoćko, confesor del convento de Vilna, en Antokol y director espiritual de santa Sor Faustina. Entre los candidatos a la santidad, cabe mencionar también a confesores que sirvieron en el convento de Cracovia-Łagiewniki: el siervo de Dios p. Wojciech Baudiss, SJ, el p. Bernard Łubieński (redentorista), el p. Stanisław Bednarski SJ., el p. Stanisław Podoleński SJ, el p. Marian Morawski SJ, el p. Józef Cyrk SJ., y el siervo de Dios, p. Jacek Woroniecki OP, autor del libro «El misterio de la misericordia de Dios», cuyos manuscrito fue copiado por las hermanas en Łagiewniki. La lista de los santos, beatos y siervos de Dios es mucho mayor, sobre todo si se toma en consideración no sólo la cooperación permanente con la Congregación, sino también otras circunstancias y contactos. Incluso hoy en día, viven entre nosotros santos, personas fascinadas por el amor misericordioso de Jesús, que participan en su vida y en la misión de proclamar en el mundo entero la revelación del misterio de la misericordia de Dios.