En la literatura griega de la antigüedad, el concepto de la misericordia fue cambiando: desde la virtud que distinguía al griego del bárbaro (en Homero y los trágicos griegos) hasta el defecto perdonable sólo en caso de ancianos y niños (Aristóteles y los estoicos). Esta forma de entender la misericordia entre los griegos tuvo un impacto en la literatura latina de la antigüedad. En Cicerón y Séneca se pueden ver las diferencias entre sus puntos de vista en lo referente a la misericordia, como filósofos y prácticos que eran. Como filósofos, compartían la opinión de los estoicos y creían que la misericordia era un defecto y en la vida práctica veían la necesidad de la aplicación de la misericordia. Este punto de vista resultaba del hecho que la identificaban con la compasión, la piedad y las sensaciones que perturban la mente y obstaculizan en el buen juicio de la realidad. La segunda razón para rechazar la misericordia era la contraposición a la justicia. Las relaciones sociales podían – según ellos – usar el principio de la justicia o bien el principio de la misericordia. Como que la justicia se consideraba el principio básico de la vida social, de ello se desprendía, por lo tanto, que no se reconociera la misericordia. En tercer lugar, los filósofos pensaban que la misericordia estaba relacionada con el sufrimiento, el cual en sí mismo era malo, por lo cual la misericordia no podía ser una virtud, sino un defecto. Además, la misericordia es el resultado de la compasión que uno tiene al ver el sufrimiento inmerecido del prójimo, y este estado de compasión altera el equilibrio de la mente y disuade los juicios correctos, por lo tanto – según Séneca – debe considerarse como un defecto de los caracteres viles.
También hay que señalar que, en la práctica, el motivo de la caridad en los griegos y romanos de la antigüedad, no era un hombre pobre y necesitado de apoyo, sino un cierto ritual social, del que se beneficiaba la gente del poder, que buscaban una buena reputación antes de las elecciones, y las personas medianamente acaudaladas, o sea, los pobres que «merecían» un apoyo, pero en general se despreciaba a los auténticos pobres, los esclavos, los niños, los ancianos y los enfermos. Este aspecto mostraba las dificultades encontradas por el hombre cuando se usa solo la razón tratando de explicar el principio de la misericordia en las relaciones humanas. Esta imagen de la misericordia en los antiguos paganos ayuda a descubrir mejor la belleza y la riqueza de la misericordia cristiana. Es fácil ver que en la actualidad – más de 2000 años desde aquellos tiempos – a menudo aparece aún la comprensión y la práctica pagana de la misericordia.