El 5 de octubre, en el Santuario de la Misericordia Divina en Cracovia-Lagiewniki y en todos los conventos de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia se celebra la fiesta litúrgica de santa Sor Faustina Kowalska. Así recordaba este día es la fecha del nacimiento para el cielo de la Apóstol de la Divina Misericordia la hna. Eufemia Traczyńska: El 5 de octubre, a la hora de cenar, sonó la campana. Sabíamos que Sor Faustina se estaba muriendo. Lo dejamos todo y fuimos todas a verla. En la enfermería ya estaba el capellán y unas pocas hermanas. Rezamos juntos, con el padre. Rezamos mucho tiempo: las oraciones por los agonizantes, las letanías y otras oraciones. Rezábamos tanto tiempo que incluso el oficio de la tarde se celebró un poco más tarde. En algún momento, Sor Faustina dio una señal por lo que la Madre Superiora se inclinó hacia ella y, entonces ella dijo que todavía no iba a morir y cuando lo hiciera, ya daría una señal. Las hermanas se dispersaron, fueron directamente a la capilla porque era tarde y ya no terminaron la cena (…). Al regresar a mi celda, pasé por la capilla y recé a las almas del purgatorio para que me despertaran cuando Sor Faustina fuera a morir porque yo quería mucho estar junto a ella a la hora de su muerte. Me daba cosa pedírselo directamente a la Madre Superiora, porque a nosotras, las jóvenes profesas, no se nos permitía ir allí para no contagiarnos con la tuberculosis. A Sor Amelia se lo permitieron porque ya estaba enferma de tuberculosis. Me fui a la cama a la hora habitual e inmediatamente me quedé dormida. De repente alguien me despertó diciendo: Si usted, hermana, quiere de veras estar junto a Sor Faustina, debe levantarse ahora. Inmediatamente me di cuenta de que esto era una equivocación. La hermana que iba a despertar a Sor Amelia se confundió de celda y vino a mi celda. Enseguida desperté a Sor Amelia, me vestí con una bata y una cofia y me fui corriendo a la enfermería. Al cabo de un rato, llegó Sor Amelia. Eran sobre las once de la noche. Cuando llegamos allí, parecía como si Sor Faustina abriera un poco los ojos y se sonriera, luego inclinó la cabeza y ya… Sor Amelia dijo que probablemente ya había expirado. Miré a Sor Amelia pero no dije nada, seguimos rezando. El cirio estaba encendido constantemente.