En la teología católica, la noción de la misericordia de Dios aparece tanto en un sentido estrecho como en un sentido más amplio en cuanto al significado se refiere. En el primero de los casos, se trata de la misericordia de Dios entendida como el hecho de sacar al hombre de la miseria del pecado. Los partidarios de este concepto de misericordia distinguen por un lado el amor y la bondad de Dios, y por otro, la Misericordia. Así, la obra de la Creación, la elevación del hombre a la santidad y la amistad con Dios es – según ellos – una expresión de la bondad y del amor de Dios, que por su propia naturaleza se da al hombre y lo colma de bienes. En cambio, el objeto de la misericordia de Dios es la miseria humana, o dicho de otro modo el pecado. Consideran pues, que si no hubiera existido el pecado, Dios no habría tenido que mostrar su misericordia, le bastaría con otorgar al hombre amor y bondad, al igual que lo hace en relación con los seres celestiales. Dios ha colmado también a los ángeles con bienes sobrenaturales, pero si hablamos con rigor, no les ha mostrado su misericordia, sino el amor y la bondad (P. R. Kostecki). Por ello, no hay que confundir – según el P. W. Granata – los conceptos de amor, bondad y misericordia, sino atenerse a su significado estricto. Dios creó el mundo por amor, como fruto de su bondad, no por misericordia, puesto que la entrega del ser y la creación del bien, son manifestación y expresión de su bondad, no proceden de un acto de compasión.
La noción de la misericordia de Dios en un sentido más amplio señala también toda acción de Dios “ad extra” (hacia el exterior), pues es una manifestación del amor de Dios hacia los seres inferiores a Él. Los teólogos que son representantes de este concepto de misericordia destacan que la misericordia es una manifestación del poder y la bondad de Dios. Mediante la misericordia, el Creador crea a la criatura de la nada. También realiza algo más: saca bien del mal (Garrigou-Lagrange). La Misericordia – a su juicio – es un atributo de la naturaleza divina que se manifiesta en cada acción de Dios hacia el exterior, tanto en el acto creativo como en el hecho de levantar al hombre con la gracia. El pecado del hombre no causó cambio alguno en Dios, es decir, no le dio un nuevo atributo bajo la forma de la misericordia. Dios es misericordioso, no sólo después del pecado del hombre, lo ha sido siempre, también lo era antes de que el hombre cometiera el pecado. Después del pecado, la misericordia de Dios adoptó otra forma, es decir, se expresa de otro modo, mediante la Redención (P. W. Pietkun). La Misericordia de Dios consiste no sólo en levantar al hombre de la miseria del pecado sino también en hacer que el hombre pueda participar, por la gracia, en la naturaleza divina. Por lo tanto, son ya manifestación de la misericordia de Dios: la creación del hombre, el hecho de que Dios le ofrezca su amistad y la gracia misma.
Según el beato P. Miguel Sopoćko, la misericordia consiste en el hecho que el Creador concede su ayuda a la criatura, extendiéndole la mano para levantarlo de la miseria del pecado y para suplir sus faltas y defectos. La mayor miseria – como subraya – es la falta de existencia. Sobre la base de las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de santo Tomás, el P. Sopoćko considera que la misericordia de Dios, comprendida en un sentido amplio, se expresa también en la obra de la creación del universo y del hombre. Asimismo, argumenta que el salmista pone uno al lado de otro, tanto la obra de la creación como la redención. Ambas cosas las atribuye a la misericordia de Dios (Salmo 136). Así, en este sentido amplio, la bondad y la misericordia de Dios son sinónimas. En un sentido estricto, sin embargo, el concepto de la misericordia está relacionado con el pecado y se expresa por el hecho de levantar al hombre de la miseria del pecado. En este sentido, la misericordia es un sinónimo del amor (P. J. Krasinski), es el amor que va más allá, puesto que levanta de la miseria moral al hombre que ha pecado.
El Papa Juan Pablo II a menudo utilizaba las palabras: amor misericordioso. En su encíclica «Dives in misericordia«, escribió, que la mise- ricordia es una dimensión indispensable del amor, es como un segundo nombre (DM 7). La Misericordia – según él – es la forma externa del amor de Dios hacia el hombre, oprimido bajo el peso de su propia debilidad humana. La Misericordia – escribía – definida como el Amor misericordioso posee todos los rasgos del amor en el sentido más amplio de la palabra. Abarca todo aquello que entendemos por amor paternal, maternal, fraterno, amor de los esposos, también el amor que hay en la amistad. El amor es paciente, es compasivo, sacrificado, servicial, también es fiel y sabe perdonar. El amor misericordioso se centra sobre todo en el valor fundamental del hombre, es decir, en su dignidad humana, y trata de rescatar y salvaguardar esta dignidad, purificarla, elevarla, y sacarla de todas las capas del mal (s. K. M. Kasperkiewicz).
Padre Ryszard Ukleja, Miłosierdzie Boże z pokolenia na pokolenie (La misericordia de Dios de generación en generación), Wrocław 1997, pág. 143 – 150.
Traducción del polaco: Xavier Bordas Cornet