Sor Faustina comenzaba cada Adviento con Virgen María. Antes de la fiesta de la Inmaculada Concepción junto con toda la Congregación se preparaba rezando una novena y también trataba de ofrecer personalmente algo a la Madre de Dios (por ejemplo, una novena con mil „Ave María …”). Contemplaba la misericordia que María experimentó en el don de la Inmaculada Concepción y en la plenitud de la gracia prometida por arcángel Gabriel en la Anunciación y en el don de la maternidad de Dios. La elegida para ser Madre de Dios sabe mejor cómo vivir el tiempo de espera a la venida de Jesús. Virgen María aconsejó a Santa Faustina: “Hija mía, procura ser mansa y humilde para que Jesús que vive continuamente en tu corazón pueda descansar. Adóralo en tu corazón, no salgas de tu interior.” (Diario 785). También puede ser nuestra desición para esta semana de Adviento para preparar nuestros corazones para recibir plenamente a Dios.